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HACIA UNA NUEVA VISIÓN DEL REINO ANIMAL

Granjas de explotación que no cumplen con la legislación

vigente, los excesos que se cometen en la industria alimentaria, la mutilación, el abandono, los espectáculos taurinos, el tiro al pichón, los circos con animales, las peleas de gallos y de perros, los burrotaxis, la colombicultura o la compraventa son algunas de las formas de violencia más comunes que se ejercen contra los animales.

Se trata de un conjunto de seres vivos que por falta de algunas capacidades racionales son

incapaces de manifestarse y expresar su dolor, lo que provoca que los seres humanos aprovechen

su superioridad física e intelectual para ejercer contra ellos una serie de comportamientos y hábitos represivos

que les causan dolor innecesario o estrés. Como ejemplos podemos mencionar, desde las prácticas poco éticas

utilizadas en la industria alimentaria, pasando por la experimentación animal en la cosmética, hasta los actos humillantes

que se ejercen en algunos espectáculos.

     Son muchos los que piensan que en sociedades democráticas tan avanzadas como la nuestra debería primar el derecho

de los animales a vivir en libertad, a tener un hábitat preservado, a no ser torturados mediante un dolor gratuito

acompañado de un sufrimiento injustificado y a tener sus necesidades básicas cubiertas.

 

La violencia ejercida contra los animales sufre un silencio informativo considerable, a diferencia

de otras formas de violencia que copan las páginas de los periódicos y poseen una gran relevancia

en el resto de medios de comunicación.

Las diferentes asociaciones animalistas denuncian públicamente que la actitud represiva que sufren

              los animales está siendo silenciada en los medios y, como solución, defienden un

mundo pacífico basado en los principios fundamentales de justicia social que rigen

cualquier sociedad democrática.

El ser humano tiene una gran oportunidad para dejar de utilizar al resto de especies como máquinas de producción y empezar a considerarlas como seres vivos con la capacidad de sentir placer, dolor, hambre, frío y calor. Por lo tanto, se hace más

que necesaria una información transparente sobre este drama y la defensa

de un estatus jurídico con derechos similares a

los de las personas físicas.

EL PAPEL DEL PERIODISMO EN EL MALTRATO ANIMAL

Desde el portal Animalia hemos tenido acceso a dos referentes informativos para que nos aporten su visión de esta problemática y sus recomendaciones profesionales:

Rosa María Calaf, periodista con más de 40 años de experiencia y que ha visitado un total de 183 países, lamenta la escasa visibilidad del maltrato animal en el mundo, ya que sólo algunos países europeos, Estados Unidos, Canadá y Australia prestan atención a este problema.

La veterana corresponsal resalta, desde su amplia experiencia, el papel fundamental que tienen los medios de comunicación, ya que, en los países donde existe esa mayor sensibilidad hacia los animales, probablemente se produce porque los medios contribuyen mediante la difusión de campañas e informando de lo que sucede.

Toño Fraguas, jefe de sección de eldiario.es, nos comenta que el maltrato animal tiene todavía una repercusión escasa en los medios de comunicación a no ser que se produzca un escándalo muy notable. El periodista atribuye la poca atención a la falta de sensibilización porque no es percibido como un problema serio, grave o acuciante y si lo es, añade.

En cuanto al tratamiento de fotografías, el profesional nos recomienda que la imagen que tiene que ver el usuario no debe ser cruel porque no aporta información. Pero, si finalmente la utilizamos, debemos avisar a la audiencia con una tipografía diferenciada de que dicho contenido puede herir su sensibilidad.

Por último, el consejo que nos aporta es no caer en el activismo por el activismo, ni en asumir el mensaje exacto de las organizaciones animalistas sin paliativos porque somos periodistas, hay que hacer periodismo y contrastar la información.

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